La tripulación en tierra juega un papel fundamental

Lo cierto es que la capacidad de derribar un blanco durante un combate aéreo tradicional depende del piloto en su mayor parte (ser capaz de ejecutar de forma encadenada tanto BFM (Basic Fighter Maneuvers), como ACM (Air Combat Maneuvers) y situarse a la suficiente distancia del blanco y a sus seis como para poder disparar el armamento, sin perder de vista la capacidad del blanco de realizar un yo-yo alto ó bajo o un viraje de rotura y cambiar las tornas rápidamente, pasando a ser la presa en vez del cazador. No obstante, las tripulaciones en tierra también tienen mucho que decir a la hora de que un piloto suba arriba y vuelva convertido en un As, como vamos a ver a continuación.
Volvamos a un avión de armamento múltiple, independientemente del armamento del que se trate. Todo lo dicho anteriormente, el vaciar la caja de municiones durante una misión y volver sin un derribo NO es deseable: el piloto ha de tener las máximas facilidades para que la unidad indivisible que forman él y su avión sean letales; para ello se emplea el armonizador de armas, como medio de prácticas y entrenamiento.
La utilidad principal del armonizador de armas es lograr que la tripulación de tierra sea capaz de conocer el funcionamiento exacto del sistema de armas del avión. Centrándonos en el F-86 Sabre, el armonizador permite ensayar y conocer el ajuste de la convergencia de las seis ametralladoras de 12.7 milímetros de las que consta el Sabre, así como el funcionamiento del conjunto:
- Radar de control de tiro AN/APG-30.
- Visor A-4.
- Enganche-desenganche del blanco y manejo del alcance (mando de gases).
- Paso al siguiente eco captado por el radar de tiro (palanca de control).
- Sistema de bombardeo aire-tierra.
- Y, finalmente, el sistema de bombardeo aire-tierra.
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Esquema de una errónea armonización |
Esto, que parece relativamente simple, da una pequeña muestra del grado de conocimientos que se demandan a los profesionales que forman el conjunto de las tripulaciones de tierra: han de conocer al dedillo los aviones y el armamento que operan, muchas veces más inclusive que el piloto, para que este haga correctamente su trabajo y pueda permitirse el lujo de despreocuparse al máximo posible sobre si su máquina estará o no preparada para hacer su trabajo. En tierra, son sus ojos, de la misma forma que en el aire el piloto es sus ojos y, una vez que toma tierra, les informa de todo lo que haya podido ocurrir, con la confianza de que anotarán «hasta la última coma», de la misma forma que lo hizo el piloto antes de subirse a su «compañero».