
El número de motores expuestos en el Museo del Aire es infinito, tanto los expuestos en los hangares como los montados en los propios aviones.
Estos motores, pese a que tienen todos el mismo fin, es decir, funcionan con el principio básico de los motores de explosión de gasolina, tienen sin embargo diseños y estructuras muy diversas; generalmente son de cuatro tiempos, con disposición de cilindros en línea, opuestos, en V o en estrella.
También tenemos los motores a reacción (turbo reactores y turbo hélice), pero eso ya es otra historia. No obstante, en este caso vamos a referirnos a unos motores muy especiales:
El motor Hispano Suiza HS_12_ Z_17 de 1300 CV, de 12 cilindros en V, que monta el caza alemán Messerschmitt Bf-109-B y C (Hangar 3 )
El motor Jumo 211A de 960 CV de 12 cilindros en V, que monta el bombardero alemán Heinkel HE-111-E1 «Pedro» (Hangar 1)
El motor Bramo (Fafnir) de 950 CV y 9 cilindros radiales, que monta el hidroavión alemán Dornier 24 DH3 (Hangar 6)
Estos tres motores tienen una peculiaridad sorprendente y es que, a pesar de su antigüedad (guerra civil años 36-39 del siglo pasado) y, a pesar de su distinta estructura, ya que unos son motores en V y otros son motores en estrella, funcionaban con unos principios y una tecnología que en este momento se considera lo último en la técnica automovilística. Es decir, motor de inyección directa de gasolina, motor turbo alimentado y motor multiválvulas.
Esto ratifica la vanguardia de la aviación en la ciencia tecnológica, ya que siempre fue muy por delante de la automoción, pues ésta fue incorporando, a posteriori, los avances que se aplicaban en la aviación, como, por ejemplo, el sistema de frenos ABS o el radar de alcance, por citar solamente algunos ejemplos.
Jesús Ramírez Jiménez
Amigos del Museo del Aire