Autor: Pedro Gómez Gallo
Existe un mundo de personas con una sensación por disfrutar de aquellas cosas y momentos que les llenan su mundo interior. Personas que realizan trabajos que siendo voluntarios no les reportan absolutamente ningún beneficio económico, pero si un gran beneficio personal. Existen personas que ante la duda de muchos, continúan realizando su labor callada, voluntaria y gratuita para conseguir la sonrisa de un niño en una visita, el agradecimiento de personas que han disfrutado con su explicación, la contemplación de la recuperación de una pieza, un avión o una maqueta, sabiendo que han puesto su grano de arena en esta tremenda playa que es el museo del aire.
He visto grupos de niños con los ojos bien abiertos descubriendo la historia de la aviación, y también los ojos de aquellos veteranos que se acercan al museo a descubrir aquellos aviones de su juventud, aquellos que pilotaron, arreglaron, trabajaron o simplemente viajaron. He disfrutado con las preguntas de grandes y pequeños, y por todo ello me he encontrado a gusto con mi situación de voluntario. Esos momentos de dedicación al museo son unos momentos especiales, sabes que dejas en ellos la satisfacción del trabajo bien hecho, y no hace falta más que la mirada de las visitas mientras les sacas de dudas , para reconocer que realmente merece la pena disfrutar compartiendo con los demás tus experiencias y conocimientos.
Gracias a todos los voluntarios de esta asociación por luchar para que “nuestro” museo sea tan especial.